El diseño industrial protege la apariencia externa u ornamentación de los productos, en lugar de su funcionalidad. A diferencia de las patentes, que protegen invenciones técnicas y funcionales, el diseño industrial no se preocupa por la función del producto, sino por su apariencia externa.
Para ser registrado, el diseño debe ser nuevo y singular. Se considerará que un dibujo o modelo es nuevo cuando no se haya hecho público ningún dibujo o modelo idéntico. Un diseño posee carácter singular cuando la impresión general que produzca en los usuarios informados difiera de la impresión general producida por cualquier otro dibujo o modelo que se haya hecho accesible al público.
Para algunos productos, el diseño es el principal atractivo que atrae a los clientes y distingue el producto en el mercado. El registro del diseño genera derechos exclusivos e impide a los terceros a reproducir o imitar el diseño. La protección otorgada al diseño tiene una duración de 5 años, prorrogables hasta un máximo de 25 años.
Una patente, por otro lado, se otorga para proteger una invención técnica y funcional. Para obtener una patente, la invención debe ser nueva, tener un nivel inventivo y ser susceptible de aplicación industrial. Las patentes protegen la forma en que un producto o proceso funciona y se utiliza.
El registro de una patente impide la fabricación, venta o utilización de la invención sin consentimiento del titular. La invención debe ser nueva y no haber sido divulgada públicamente antes de la presentación de la solicitud de patente. Además, ha de ser una innovación que no sea evidente para un experto en el sector de la técnica específico.
El sistema de patentes está diseñado para fomentar la innovación al proporcionar a los inventores un incentivo para divulgar sus invenciones y, a cambio, recibir un período de exclusividad para explotarlas. Esto promueve la difusión de conocimientos y el avance tecnológico. El periodo de exclusividad otorgado a los inventores es de 20 años a partir de la fecha de presentación de la solicitud.
Por lo tanto, la diferencia más importante es que el diseño industrial se enfoca en la apariencia estética, mientras que la patente se centra en la funcionalidad y la innovación técnica. Sin embargo, puede ocurrir que el producto combine las mejoras funcionales con los elementos estéticos. En este caso, es recomendable registrar una patente y un diseño industrial para garantizar la protección de ambas características. Pero hay que tener cuidado porque en ambos casos la novedad es un requisito indispensable, por lo que la publicidad de uno de estos derechos no debe perjudicar la viabilidad de la otra modalidad de protección.
Si quieres saber más sobre diseño industrial o patentes puedes acceder a cualquiera de ellos, pero si prefieres que te asesoremos sobre tu caso en concreto y tus necesidades, haz click AQUÍ